Te dije adios,
y recibi holas, hasta luegos...
con evasivos comentarios
de citas
que nunca se concretarian.
Vendí mi alma al diablo
y el la acepto de buen grado.
Lo que despues supe
es que se la jugo
a las cartas con el destino.
La monotonia se volvio
rutina, tan rapidamente
como dejamos de esperar
a que no pasara nada.
Paso a paso,
vamos dejando huellas.
El unico problema es
que estaba recien fregado.
El lavavajillas
no podía lavar tu sucia
conciencia.
Aquel detergente nuevo,
no estaba contraindicado
contra la rabia y el odio.
Las flores sonreian aún
siendo pisadas energicamente
por zapatos impregnados de asfalto.
No hay quién perturbe su alegria.
Quiso romperle la botella
en la cabeza.
Pero a los fascistas es mejor
dejarlos vivos,
para que puedan ver
como su imperio se desmorona.