2011-03-23

Relato corto, o grito ahogado de los inertes.

El cambio pudo ser imperceptible. Quizás no ha existido, quizás es la imaginación, quizás, la vejez confunde mis sentidos, quizás…

Ya no llueve en invierno, no florecen los abetos en primavera, los verdes prados
han dado paso a desiertos paisajes, donde las vacas y los caballos pelean hambrientos por pastar el amarillo vegetal.

Desorientadas ovejas le preguntan al roble. No tiene respuesta. Esta seco, vacío, se contagia del mal que asola su existencia. Ha veces en silencio y quietud, como no queriendo molestar, se pregunta:

-¿Por qué me siento morir, cuando mis raíces se clavan desesperadas en la tierra yerma, buscando un agua que no me haga arder las entrañas?

El roble ha preguntado a las piedras, a los arbustos, a los fresnos, a los minerales… la respuesta ha sido siempre la misma, el todopoderoso es el culpable.

El roble, audaz responde: - todos somos iguales, unos nos hacemos falta a los otros. Y ha continuado: - los manantiales, necesitan a las nieves y las lluvias para correr felices y vigorosos. Las nubes algodonadas y altaneras, le piden al calor de la tierra que les ayude a llorar, no de tristeza, ni con dolor, sino con alegría y necesidad. Por que todos los seres a gritos le piden al sol que les riegue una vez más. Pues en ello su vida les va y les viene. Como a las abejas traviesas y afanosas, que esparcen el rico polen entre rosas y jazmines.

El ciprés desde su atalaya. Cada vez mas sólo, pues su familia hace tiempo que pereció pero no de viejos, sino de avaricia. Contesta hastiado de tanta prepotencia:

-el todopoderoso corta nuestras ramas si tiene frío, roba nuestros frutos si tiene hambre, tala nuestros troncos si necesita muebles. Se cree dueño de lo que no le pertenece, se adueño de lo que no era suyo.

El ciprés hace una pausa para respirar y soltar como una maza:

-no deberían extrañarnos las razones de este depredador, cuando su respeto por si mismo es incluso inferior al que tiene por el todo. Son capaces de aniquilarse no para comer, no para vivir. La simple excusa de tener más les es suficiente, utilizan a la tierra que nos sustenta, que sustentamos, a la que nos da de comer, a la cual alimentamos, la que nos ama, a la que también amamos, a la que respetamos, la que nos respeta. No importa el equilibrio. Solo existe ying o yang, para nuestros hermanos no existe el todo cuanto antes y más fácil mejor. Solo se acuerdan de nuestras lágrimas, cuando se desbordan sus estanques y arrastran sus cuevas de ladrillos y hormigón. Solo se acuerdan del dolor, cuando a ellos les duele. Ya todo esta perdido, es más, hace mucho tiempo que comenzamos a morir. Esto es tan sólo un relato triste, pero en nuestras manos esta que esto se quede en palabras. Sólo palabras… .



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